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Mito y el nadaísmo

Por Jotamario Arbeláez

La semana pasada me invitaron a Medellín, de la Universidad de Antioquia, a una charla acerca de las relaciones del nadaísmo con la revista Mito. Para quienes acaban de levantarse, el nadaísmo es el único movimiento poético, social y filosófico que sobrevivió a la muerte de las ideologías, y Mito, fue una revista que se propuso abrir las compuertas para que la modernidad entrara de lleno en Colombia, nos sacara del provincialismo intelectual y vital y nos pusiera en contacto con la avanzada del mundo. La dirigía el poeta cucuteño Jorge Gaitán Durán.

Según el suplemento de la Enciclopedia Británica, el nadaísmo es un fenómeno extra-literario que, si bien nació en Medellín en el 58 del siglo pasado, bien pronto tomó carta de ciudadanía en todas las ciudades de Colombia, principalmente en Cali. Aún hoy, pasados casi 50 años de actividades estéticas, éticas y etílicas —y aunque sus poetas sigan tan campantes como Johnny Walker pero con las botellas y los bolsillos vacíos—, son muy pocas las entidades culturales profesionales que los tienen en cuenta para el debate de las ideas. Aunque el movimiento fue más social que literario, y más filosófico que político, la costumbre nacional de banalizar las cosas ha impuesto que se los considere unos humoristas, o más precisamente mamagallistas, término y actitud que cuando García Márquez hizo famosos, ya los habían agotado los nadaístas.

Téngase en cuenta que el nadaísmo fue fundado por ese muchacho campesino antioqueño de 27 años, Gonzalo Arango, tan insignificante que sólo le tomaron la primera foto cuando sacó la cédula a los 21, secundado en principio por un grupo de mequetrefes menores de edad, todos de provincia y de clase media baja. De Medellín y de Cali para empezar, dando origen a la primera referencia de los famosos carteles. Pero al poco tiempo en cada pueblo de cada departamento hubo el nadaísta, como hubo el bobo del pueblo, el marica y el comunista. Que tenían como único sitio de confluencia la peluquería. Menos el nadaísta, que comenzó a dejarse crecer el pelo, como lo hizo diez años después la generación hippie, para quiebra definitiva de los peluqueros.

La última generación colombiana constituida en movimiento o en grupo fue el nadaísmo —único de vanguardia para más señas—. A pesar de tener 5 años más que las Farc y 6 más que los Rolling Stones, no ha podido colgar la lira porque no ha habido otro grupo más berraco que la recoja.

Cada vez que se habla de generaciones, grupos o movimientos en Colombia, los catedrásticos ningunean el nadaísmo, dando un máximo relieve a la obra de los integrantes de Mito y de la revista misma. Y remachan que el nadaísmo no fue ningún movimiento de vanguardia, y ni siquiera poético. Pero no reparan en que Gaitán Durán persiguió uno por uno a todos los nadaístas de entonces para que le enviaran material para el número 41 - 42 de la revista que pensaba dedicarles, por ser la generación que él pensaba era el resultado de su labor de divulgador modernista. Revista que no llegó a tener en sus manos, puesto que murió el 21 de julio de 1962, en Point-a-Pitre, en el avión que lo traía de regreso de Europa. “El regreso para morir es grande”.

Los nadaístas bebieron de Mito, cuya colección reposaba en el apartamento de X-504. Puede decirse que el nadaísmo nace y se amamanta con Mito y que Mito muere y es enterrada tras haberle dedicado su última edición a los poetas nadaístas vivos, presos o borrachos. Así como Mito influyó en el nadaísmo, el nadaísmo lo haría en dos grandes grupos de los 70: el M-19 y los hippies. El M-19 hizo la paz y los hippies hicieron la revolución.

Con la muerte de Gaitán y la consecuente de Mito, quienes más perdieron fueron los nadaístas, confesó Álvaro Mutis a Armando Romero. Gaitán Durán habría pensado delegar la dirección de su revista en Gonzalo Arango. Pero muerto el capitán muerta la fragata. Años después los nadaístas harían su propia revista, que terminó llamándose Nadaísmo. Mientras buscaban el nombre, que en lo posible rindiera homenaje a Mito, entró en consideración uno que sólo desecharon cuando entendieron que con la mención de Mito quedaban disminuidos: NadaisMito.

Fuente:

Periódico El País, Noviembre 29 de 2005, columna de opinión Intermedio.

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