Gonzalo Arango (circa 1951)
Que fue un desadaptado, un genio, un fanfarrón, un vago, un ateo, un místico, un vicioso, un filósofo, un buscador de famas, una pulga en la oreja..., en fin. Cualquier cosa podía encajar con esa imagen de hombre joven y descuidado, al que sus discípulos llamaban “profeta”, tan maloso como el mismo Satanás. (...) Eso deducíamos quienes, muy niños, conocíamos de oídas las andanzas del fundador del nadaísmo y las almacenábamos en el cerebro entre fascinados y horrorizados. Sólo después, ya muerto gonzaloarango, descubrimos que ante todo fue un incomprendido. La sociedad, obtusa como ha solido ser en especial cuando la cuestionan, no supo ir más allá de los escándalos para descubrir un fondo profundo en los escritos del “protestante”, acompañados, además, de una forma deliciosa.
Adriana Mejía