Gonzalo Arango - Cortesía de
la familia Estrada Arango
Los que dejan para mañana la revolución nunca la harán, pues el futuro no es lo que esperamos, sino lo que hacemos. La revolución ya empezó, empezó antes de nosotros, pero ha sido traicionada, convertida en ilusión y oropel. Cristo está muerto en los altares de las iglesias y en el corazón de los hombres.
Gonzalo Arango