Gonzalo Arango
Cortesía de Michael Smith,
creador de
Elprofetagonzaloarango.com
Gonzalo Arango tenía la costumbre de escribir hasta altas horas de la noche. Cuando vivía en una habitación loma arriba del barrio de La Perseverancia, como no había electricidad escribía a la luz de una vela. La señora que le arrendaba la habitación con derecho a orinar en el solar, creía que su inquilino era un joven jornalista desocupado, de esos que andan por las calles esperando un terremoto para encontrar trabajo. De allí que un día, al verlo fotografiado en el periódico de ayer, corre y le dice: “Don Gonzalo, yo no sabía que era usted ‘el profeta de la nueva oscuridad’”. —Claro, doña Gumersinda, ¿no ve que aquí nos mantenemos en la oscuridad más completa?
Elmo Valencia