Gonzalo Arango
Foto por
Jorge Torres (Cromos)
El nadaísmo, que nació por cesárea en la mente privilegiada de nuestro “profeta”, fue una aventura colectiva en que toda una generación de poetas aprendió a poner los valores de la vida por encima de los valores de la bolsa. ¿Le queda algo por hacer a un terremoto después de que cesa, o a un rayo después de que cae, o a un huracán después de que pasa? Sobre los escombros del comportamiento social y el sopor estilístico imperantes entonces y que sucumbieron a nuestro embate, nos queda esperar que los arquitectos de las modernas utopías pongan firmes cimientos y empiecen a levantarlas. Hemos abonado la tierra para cualquier milagro concreto.
Jotamario Arbeláez