Gonzalo Arango y Angelita
El César tiene los micrófonos,
pero el poeta tiene la palabra.
Que bramen las trompetas silenciosas
del Apocalipsis.
Que los profetas aúllen.
Que las máquinas de horror
se destruyan a dentelladas de hierro
entre sí.
Que las hordas de guerra bárbara
se exterminen con frenesí dantesco,
y los cohetes atómicos se embistan
con militar desprecio matemático.
Oh tecnicidio de espanto, internacional
magnicidio: ¡ay de mi Angelita!
Gonzalo Arango |